
El tamaño es conocido, principalmente por las descripciones que los antiguos historiadores caravaqueños nos han legado. Veamos que nos dicen:
"Tiene de largo la Santissima Cruz de diez partes de vna quarta de nuestra vara vsual las ocho; los braços largos de abaxo quatro partes y media: y los de arriba tres partes, y de gruesso poco mas de media parte." (Robles Corbalán, 1615). La equivalencia, según Gregorio Sánchez Romero, sería 16,72 cm de largo; 6,27 cm la traversa superior; 9,40 la inferior y alrededor de 1,75 cm. de anchura (Sánchez Romero, 2001).
Sigue un prolongado silencio documental hasta el pequeño opúsculo publicado por el profesor Quintín Bas, como respuesta a las conocidas críticas de la Real Academia de la Historia con motivo de la publicación de su primer trabajo sobre la historia de la Vera Cruz. Según Bas, las medidas aproximadas del madero eran las siguientes: 17 centímetros de altura; 9,5 centímetros el travesaño mayor y 6,5 el menor (Bas y Martínez, 1887). Medidas que no difieren en exceso de las ofrecidas por Corbalán.
En lo referente al color, Corbalán dice lo que

Resulta, no obstante, más complicado precisar con entera exactitud si la Vera Cruz tenía los característicos remates lobulados reflejados en las representaciones iconográficas que se conservan a partir del primer tercio del siglo XVI. Según ha demostrado Diego Marín, mediante el estudio de la impronta dejada por la pieza donde se encajaba la Cruz en la arqueta de plata donada por el maestre Lorenzo Suárez de Figueroa, esas “pirámides truncadas y ensanches de formas semicirculares” no estaban presentes en el Lignum Crucis, teniendo, por tanto, unas terminaciones rectilíneas que concuerdan precisamente con la representación más antigua conservada de la Reliquia, la cual curiosamente se conserva en la arqueta de plata mencionada. (Marín Ruiz de Assín, 2004). Estas terminaciones, añade Diego Marín, podrían ser propias del primer engaste que tuvo la Vera Cruz, como veremos más detenidamente.
Robles Corbalán parece insinuar con vagas palabras, cuando justifica la manufactura angelical de la Cruz aducida por Bleda, que estas curiosas terminaciones están presentes en la Vera Cruz.

Pero es probable que el propio Corbalán no viera jamás las terminaciones reales de la Cruz, pues estas se encontraban recubiertas, como veremos, por un engaste de Oro, aunque, al parecer, las representaciones iconográficas que aparecen en la obra del citado capellán, según manifiesta el propio autor, son fieles representaciones de la Reliquia. En las dos que contiene la obra podemos observar el madero o Lignum Crucis y una fina capa, en blanco, que tal vez pudiera representar el engaste de oro que guarnecía la Vera Cruz. En estas dos representaciones se observa el madero con las características, y tan mencionadas, terminaciones lobuladas.
Otro elemento de controversia: “…la figura

A pesar de estos pequeños datos esbozados, siguen siendo mucho los aspectos que desconocemos de la Cruz, verbigracia, el tipo de madera que la compone (Chacón, por supuesto sin fundamento alguno, dice que la Cruz de Cristo podría ser de roble o encina): la manufactura (¿estaba hecha de una sola pieza o de varias?); la forma, etc.
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