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martes, 5 de abril de 2011

LEYENDA DE LA CRUZ DE CARAVACA

Momento de la Aparición de la Cruz a Chirinos.
Momento de la Aparición de la Cruz a Chirinos. Óleo anónimo de principios del siglo XIX (1810 ¿?).
Inspirado, sin duda, en una tabla renancentista de semejante escena, de las cuatro que se conservan en el Real Alcázar-Basílica
 de la Santísima Cruz de Caravaca relativas a la Aparición, atribuidas a Hernando de los Llanos (s. XVI).
 
  
   Nos dice la tradición local más popularizada que, desde finales de 1230 ó principios de 1231, se encontraba el rey almohade de Valencia y Murcia, Ceyt-Abu-Ceyt, en sus posesiones de Caravaca. Interrogó a los cristianos que tenía prisioneros para conocer los oficios que ejercían, con el fin de ocuparles en consonancia con sus habilidades. Se hallaba entre ellos el sacerdote Ginés Pérez Chirinos quien, en labores de misionero, había llegado desde Cuenca a tierras sarracenas para predicar el Evangelio. Éste contestó que su oficio era el de decir la misa, y el rey moro quiso conocer cómo era tal cosa. Se mandaron traer los correspondientes ornamentos desde Cuenca y el 3 de mayo de 1232, en la sala noble de la fortaleza, el sacerdote comenzó la liturgia. Mas, al poco de iniciarla, hubo de detenerse explicando que le era imposible continuar pues faltaba en el altar un elemento imprescindible: un crucifijo.
    
   En ese momento, por una ventana de la estancia, dos ángeles descendieron desde el cielo y depositaron delicadamente una cruz de doble brazo en el altar. El sacerdote pudo entonces continuar con la celebración de la misa y, ante tal maravilla, Abu-Ceyt (junto con los miembros presentes de su Corte) se convirtió al cristianismo. Después se comprobó que la cruz aparecida era el pectoral del obispo Roberto, primer Patriarca de Jerusalén, confeccionado con la madera de la Cruz donde murió Jesucristo.

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